Sustainability Development Goals Talking
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El hambre en el mundo se reduce drásticamente a medida que ganan terreno las prácticas agrícolas sostenibles

En un giro prometedor de los acontecimientos, las tasas mundiales de hambre han experimentado un notable descenso en los últimos años, gracias a la adopción generalizada de prácticas agrícolas sostenibles. Esta tendencia positiva refleja un paso significativo hacia la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de hambre cero y pone de relieve el poder transformador de la agricultura sostenible.

El reto del hambre en el mundo: Durante décadas, el hambre en el mundo ha sido un reto persistente, con millones de personas que se enfrentan a la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Factores como los fenómenos meteorológicos extremos, los conflictos, la pobreza y las prácticas agrícolas ineficaces han contribuido a esta crisis. Sin embargo, los últimos acontecimientos renuevan la esperanza.

El auge de la agricultura sostenible: Las prácticas agrícolas sostenibles están en el centro del cambio positivo de las tasas de hambre en el mundo. Estas prácticas dan prioridad al cuidado del medio ambiente, la viabilidad económica y la equidad social, al tiempo que producen alimentos nutritivos y abundantes. Algunos componentes clave de la agricultura sostenible son:

  1. Agricultura regenerativa: Este enfoque se centra en restaurar y mejorar la salud del suelo, lo que no sólo mejora el rendimiento de los cultivos, sino que también secuestra carbono y aumenta la resistencia de las explotaciones al cambio climático.
  2. Diversidad de cultivos: La diversificación de cultivos y la adopción de prácticas agroecológicas reducen el riesgo de malas cosechas, mejoran la nutrición y favorecen la biodiversidad.
  3. Reducción del desperdicio de alimentos: Los esfuerzos para reducir el desperdicio de alimentos en la cadena de suministro y a nivel del consumidor garantizan que lleguen más alimentos a los necesitados.
  4. Apoyo a los pequeños agricultores: Facilitar a los pequeños agricultores el acceso a los recursos, los conocimientos y los mercados es crucial para mejorar la seguridad alimentaria.

Historias de éxito: Varias regiones del mundo han experimentado mejoras significativas en la seguridad alimentaria gracias a las prácticas agrícolas sostenibles:

  1. África subsahariana: en países como Etiopía y Kenia, la adopción de prácticas agroecológicas ha permitido aumentar el rendimiento de los cultivos, reducir la degradación del suelo y mejorar la seguridad alimentaria de las comunidades rurales.
  2. Asia: Las prácticas sostenibles de cultivo de arroz, como el Sistema de Intensificación del Arroz (SRI), han contribuido a aumentar el rendimiento del arroz y a mejorar los medios de subsistencia de los pequeños agricultores en países como India y Camboya.
  3. América Latina: La agrosilvicultura y los sistemas agrícolas integrados han ayudado a combatir la deforestación, aumentar la biodiversidad y mejorar la seguridad alimentaria en países como Brasil y Costa Rica.

Colaboración e inversión mundiales: La reducción de las tasas de hambre en el mundo subraya la importancia de la colaboración internacional, la inversión y el apoyo político a la agricultura sostenible. Gobiernos, ONG y organizaciones internacionales colaboran para promover prácticas agrícolas sostenibles, formar a los agricultores y garantizar el acceso de sus productos a los mercados.

Retos por delante: Aunque los avances son prometedores, sigue habiendo retos. El cambio climático supone una importante amenaza para la agricultura, y deben proseguir los esfuerzos para adaptarse a las condiciones cambiantes. Además, el acceso equitativo a los recursos, los derechos de tenencia de la tierra para los pequeños agricultores y el tratamiento de las desigualdades en la distribución de alimentos son aspectos fundamentales de la lucha contra el hambre.

Un camino hacia adelante: El descenso de las tasas de hambre en el mundo es un testimonio del potencial transformador de las prácticas agrícolas sostenibles. Al dar prioridad a la salud del planeta, fomentar sistemas agrícolas resistentes y apoyar a los pequeños agricultores, el mundo se acerca al objetivo de hambre cero. Los esfuerzos continuados en agricultura sostenible pueden allanar el camino hacia un futuro en el que todo el mundo tenga acceso a alimentos suficientes y nutritivos, mejorando en última instancia el bienestar de las comunidades de todo el mundo.

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