Los científicos han determinado que la ola de calor extremo en el Mediterráneo habría sido imposible sin el cambio climático provocado por los combustibles fósiles.
Los países mediterráneos han sufrido este mes temperaturas superiores a los 40 grados centígrados. Mientras 21 personas morían en Marruecos a causa del calor, aumentaban los incendios forestales en Portugal y Grecia, y se producían escasez de agua y sequías en Italia y España. El calor alcanzó un nivel que puso en peligro la salud de los atletas y espectadores de los Juegos Olímpicos de Francia.
Un equipo internacional de científicos analizó la relación entre el cambio climático y la ola de calor extremo que afectó este mes a gran parte de Europa y el norte de África. Científicos de universidades y organizaciones meteorológicas del Reino Unido, Estados Unidos, Suecia y los Países Bajos llevaron a cabo el estudio.
Los científicos descubrieron que la ola de calor extremo de este mes habría sido imposible sin el calentamiento global causado por actividades humanas como la deforestación y el uso de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón.
Según el análisis, el calor extremo de julio ya no es un fenómeno meteorológico raro. En el clima actual, en el que las temperaturas medias han aumentado 1,3 grados en comparación con la temperatura media anterior a la revolución industrial debido al calentamiento global causado por las actividades humanas, los meses de julio extremadamente calurosos han pasado a ser posibles aproximadamente una vez cada 10 años.
Además, las temperaturas en Europa son entre 2,5 y 3,3 grados más cálidas que antes de la revolución industrial debido al cambio climático.
- “Sin el cambio climático, París sería 3 grados más frío y seguro para los deportistas”
Friederike Otto, profesora titular de Ciencias del Clima en el Departamento de Cambio Climático y Medio Ambiente del Instituto Grantham de Cambio Climático y Medio Ambiente del Imperial College de Londres, afirmó en su valoración del análisis que el cambio climático también afectó a los Juegos Olímpicos.
Otto afirmó: “El mundo vio cómo los atletas se asfixiaban bajo un calor de 35 grados. Si la atmósfera no hubiera estado sobrecargada de emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles, París habría estado unos 3 grados más fresca y habría sido mucho más segura para la práctica deportiva. Además, por desgracia, muchas personas en el Mediterráneo no tienen el lujo de bolsas de hielo, aire acondicionado o una pausa para refrescarse en el trabajo. Para estas personas, el calor extremo puede significar la muerte”.
Mariam Zachariah, investigadora del Departamento de Cambio Climático y Medio Ambiente del Instituto Grantham del Imperial College de Londres, afirmó que el peligroso calor que abrasa el Mediterráneo revela las dimensiones del cambio climático.
“Europa se está calentando el doble de rápido que otros continentes e incluso más rápido de lo que predicen los modelos climáticos. El cambio climático no es una amenaza lejana” (AA)